ITALIA • ESPAÑA • MÉXICO • ALEMANIA • PUERTO RICO

 

 

PAMELA HAHN
Freie Journalistin
Hildrizhausen, Detschland

DEUTSCH

 

 

EL INFORMADOR
Guadalajara, Jalisco México

ESPAÑOL

 

ADRIÁN MORALES
Curador y Artista multidiciplinario
Barcelona, España


ESPAÑOL | DEUTSCH

 

ERIN CASSIN
American journalist and
arts & culture columnist of Mexico Connect.
Guadalajara and Cancun, Mexico.


ENGLISH

 

  PAUL KROKER
Coordinador artístico del
Rapsodia/Spazio d'arte y del
Backstage Gallery en Milán, Italia

ESPAÑOL
     
     
  EDUARDO ARBOLEDA BAILÉN
Escritor español y Crítico de arte
»Arte y Creatividad.com«

ESPAÑOL
     
     
  JOSE LUIS MEZA INDA
Periodista mexicano y columnista
del periódico »El Informador«
Guadalajara, Jalisco México

ESPAÑOL
     
     
  JOSÉ SOSA
Director de la Galería Mehr Licht
San Juan, Puerto Rico

ESPAÑOL

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gäubote: Dienstag, 25. November 200

VON PAMELA HAHN

Hildrizhausen: Mexikanischer Künstler Raúl geht auf innere und äußere Spurensuche

„Zeichen und Spuren“ heißt die Ausstellung von Werken des mexikanischen Künstlers Raùl in der Galerie Heyd in Hildrizhausen. Aus ganz unterschiedlichen Perspektiven beleuchtet der in Stuttgart lebende Künstler die Thematik der Hinterlassenschaften. Irmgard Heyd empfahl, die Spuren und Zeichen als „Chiffren“ wahrzunehmen, die es zu entziffern gilt.

Ganz wörtlich findet das Thema Widerhall auf großformatigen Leinwänden, in die reliefartig lebensgroße Fußabdrücke, scheinbar von einer ausgewachsenen Männerfußsohle stammend, in eine sandig anmutende Farbschicht auf der Leinwand eingedrückt wurden. Diese erfühlbare, raue Sandschicht umschließt die Umrisse eines weiblichen Torsos. Das Bild scheint so eine eigentliche unsichtbare, weil ausschließlich emotionale Ebene der „Spuren“, die ein Mensch hinterlassen kann, zu visualisieren. Wie stark die An- oder Abwesenheit eines bestimmten Menschen Spuren im Leben eines anderen hinterlassen kann, zeigt das Exponat ganz konkret, indem es aus den abstrakten, innerlichen „Spuren“ deutlich sichtbare macht. Weniger auf die emotionale oder psychische Ebene heben andere Werke ab, die der Ausstellung eine deutlich politische Note geben. Nicht nur Spuren, die mit dem bloßen Auge erkannt werden können, sind in der heutigen Gesellschaft und für die darin lebenden Menschen von Bedeutung, sondern vor allem diejenigen, die nur mit der Hilfe modernster Technik einsichtbar sind. Seit Jahren ist das Stichwort „biometrische Merkmale“ ein dauerpräsentes Thema in den Medien und Auslöser einer gesellschaftlichen und politischen Diskussion, die das Recht des Menschen auf seine intimsten Merkmale und deren Sichtbarmachung und Registrierung betreffen. Mit dem Röntgenbild eines menschlichen Schädels, der mit einem supermarktähnlichen Strichcode versehen ist, greift Raùl diese Thematik auf. Der Strichcode fungiert als Sammelort für Informationen, die intimste Lebensbereiche betreffen können – und gleichzeitig für die Möglichkeit, diese unmittelbar abzurufen und für unterschiedlichste Zwecke benutzen zu können. „American Dream“ heißt das albtraumhaft anmutende, 2006 entstandene Röntgenbild im Hinblick auf den 11. September 2001, der die ungeheure Sucht nach Überwachung und Registrierung auslöste. Eher leicht und humorvoll spielt das ebenfalls 2006 entstandene „ABC“ mit den Zeichen und Spuren, die im zeitgenössischen Alltag zur Kommunikation genutzt werden. In archaisch anmutender Art und Weise gruppierte der Künstler, der in Mexico-City, Paris und Barcelona lebte, verschiedenste Zeichen und Piktogramme. In äußerst reduzierter Form funktioniert so zwischenmenschliche Kommunikation. Das Prinzip des Männlich-Weiblichen als Yin-und-Yang-Zeichen, die freie Zufahrt eines Gebäudes auch für Menschen im Rollstuhl, sämtliche Traditionen des Christentums, die in einem simplen Kreuz visualisiert werden können oder so banale Dinge wie die Tatsache, dass ein bestimmtes Kleidungsstück nicht zu heiß gebügelt werden darf: Die Wucht der Einzelzeichen, die für jede erdenkliche Situation zu existieren scheinen, wirken zusammen wie eine Ansammlung jahrtausendealter Hieroglyphen. Dass Reduktion und Simplifizierung zum Zeichen beinahe untrennbar dazugehören, wird auch in einem kleinen, witzigen Ausschnittbild deutlich. Zu sehen sind auf den ersten Blick nur einige Flächen aus hautfarbenem Hintergrund und einige schwarz gestrichelte Segmente. Ein Männerschnurrbart? Eine abstrakte Arbeit? Nein: Der Titel verdeutlicht, dass es sich um den kleinen Ausschnitt zwischen Haaransatz und der zum unverkennbaren Merkmal gewordenen „Monobraue“, des beinahe durchgehenden, kräftig gewachsenen Augenbrauenkonstrukts der Malerin Frida Kahlo handelt.

 

 

 

 

 


por: EL INFORMADOR/Redacción
fecha de publicación: 05-12-2007, 21:44 hrs.

“Metamorfosis” de Raúl

Luego de seis años de haber expuesto por primera vez en Guadalajara (en el Centro Cultural Casa Vallarta) Raúl regresa a la ciudad para mostrar lo más reciente en su trabajo plástico.

Metamorfosis, exposición que se inaugura este jueves, en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas es una pequeña muestra del trabajo que ha realizado desde hace un par de años y que consiste en la resignificación de uno de los objetos más comunes en la cultura: los libros.

Se trata de una serie de obras en pequeño formato a través de las cuales presenta su propia mirada de estos elementos, invitando a los espectadores a interpretar sus propios lenguajes.

Y es que a Raúl (así, sin apellidos) le interesa ante todo que la plástica deje de ser una disciplina desvinculada de la sociedad por los lineamientos que en muchos casos establece sin permitir que la gente pueda tener un encuentro más cercano.

“Lo que importa es la reinterpretación que la gente pueda hacer de la obra”, sostiene el artista plástico radicado en Stuttgart, en el sur de Alemania. Así, los pequeños libros quedan a la vista de los espectadores en un encuentro que se antoja libre.

Raúl detalla que el trabajo tuvo sus orígenes en Barcelona, cuando habitó aquella ciudad en la que le invitaron a exponer en una biblioteca.
Entonces pensó en tomar los libros y trasladarlos al lenguaje plástico, lo que se ha convertido por ahora en uno de sus proyectos más vigentes.

Metamorfosis hoy a las 19:00 horas en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas (Alcalde 225) y permanecerá en exhibición hasta el próximo 21 de enero de 2008.

 

 

 

 

 

 

 

 


Por Adrián Morales Rodríguez

Nos hacemos figuras de los hechos (…) La figura de los hechos es el pensamiento.
Tractatus Logico-Philosophicus. Ludwig Wittgenstein.

Para introducir esta exhibición entre Signos y Huellas del artista mexicano Raúl podría proponer un método subjetivista pero eficaz, el tratamiento de la forma como noción de una vida física, emotiva o inconsciente. Un trazo, un diálogo, donde mirada y lenguaje son dos espacios de una misma razón. Los signos y las huellas que rastran, pliegan, dejan, imprimen, impregnan sobre, en, desde y para nosotros.

En esta línea, se puede definir tanto la obra como al artista mismo sujeto libre, dotado de razón, pero cuya razón vacila en el interior de sí misma. Es importante señalar que no es el sujeto autómata de los psicólogos, ni de los surrealistas, ni el individuo cerebral de los filósofos o los fisiólogos, tanto menos del cartesianismo racionalista de los modernos; ni el animal étnico de los teóricos de la raza, la herencia y la inmortalidad. Es, como bién pudo rescatar Lacan, un ser hablante, capaz de analizar la significación de los sueños, la percepción y su propio discurso en la búsqueda de un (sin)sentido para su vida. Este sujeto (también de obra) está tan limitado por una creatividad, entiéndase determinación fisiológica, química o biológica; como por un inconsciente concebido en términos de singularidad que le hechiza, se reproduce y se desdobla.

Dicha serie es concebida de inicio como un gran mosaico (retablos pequeños donde la fuerza resulta también de la insistencia, la reproducción y la reiteración consecutiva, cierta ironía del exceso) poseedora de un misterio intemporal, algo cercano a dos temas cuya obsesión nos ocupa civilizatoriamente hablando desde hace tiempo: Primero, por un lado la huella, la ruta, el nomadismo, el trayecto, el desplazamiento; y su razón criptográfica; la hermenéutica, la sígnica y el simbolismo protocultural en la representación de ese paso, porque lo primero fue el verbo, dígase la acción, el movimiento, el pié que avanza (igualmente palabra, resonancia divina, procesos simpáticos, luego entendible como armonía de las esferas) sólo después el ser, consecuencia-enfermedad de ello, según argumenta el epistemólogo Gaston Bachelard. Segundo, toda esta magnitud; pero no sólo enfocada desde el tiempo (convenio, abstracción) sinó desde el ser mismo, transformación existencial… colofón adimensional donde convergen el antes y el después, en un ahora constante tras la cuestión: trayectividad, razón, conciencia y tecnología. Y es posible que los códigos barrados se vuelvan alusiones simbólicas no evidentes, visual o literalmente irrelacionables; vacías de contenido: el on-off del arte-facto ya no es más in-output, sinó un ejercicio trasversal que en la práctica de Joseph Kosuth sería Art as Idea, as Idea; o una taxonomía aplicada de lo simbólico… otras formas de (trans)modernidad sin distinción entre pasado y futuro; o lo que es igual; una dimensión atemporal y trascendente del lenguaje nunca excepto de la circunstancia que lo subjetiva. Podría decir que estos signos, no sólo son de los tiempos, o cuando menos son algo más que de los tiempos, y sus huellas, el resultado o la disociación del canon, del arte, la escritura y el culto jerarquizado de una meta-realidad para ellos; más ordinariamente hablando, un escape, un serpeo a la inevitable propensión mitológica de la memoria, una vez instalados en "la historia". La historia ha sido la historia de los signos o los signos de la historia, pero el recuerdo de cada instante guarda más de lo que revela, tanto más de lo que consigue significar… y alberga infinitamente más de lo que alcanzamos. Es posible que Raúl intente revelarnos cierta autonomía de la realidad más allá de las visiones o las imágenes que escojamos para (a)prenderla, conocerla, serla.

Hace algún tiempo esbozaba en el concepto de Post-Human (ensayo de un próximo proyecto expositivo conjunto) una línea de investigación que ronda lo puesto, escena que acepta el vicio y/o la necesidad morfológica del pensamiento, que no de las cosas, del objeto en si; que al mirar incluye, acepta; construye sus propios bordes, incluso el clímax, la medida, el colmo, el exceso, y evoca su saturación estratégica… Raúl se inventa otra tradición donde la herramienta progresa hacia una ficción complementaria, (acaso, otra/una mitología doméstica) remembranza si se quiere de un recuerdo del futuro, un futuro remoto… o un pasado porvenir. Tesitura de obra donde con extrema lucidez confunde el ratón del ordenador, (tradicional asociación del concepto de anclaje del pensamiento instrumental), con grafismos prehispánicos. El estructuralismo cartesiano de la tecnología re-dibujado sin sentido, más que el de la línea que lo prefigura, su razón estética, su inutilidad o absurdidad manifiesta. Una reinvención de los significados. Fantástica fuente donde el creador encuentra su beta milagrosa… ¡Eureka! Por no perder esa dimensión, ni tratamiento formal, generador además de piezas que son hermosas. Algo bién difícil de conseguir en estos tiempos, (una vez ¿superados?, la propia idea de lo bello o El Arte contra la Estética, como versa el homónimo ensayo del artista catalán Antoni Tàpies). Es decir una obra que: Además del poderoso manifiesto conceptual y filosófico que deviene de la investigación o preproducción ideológica en la concreción de las analogías y los signos en la creación misma, consigue conclusiones formales, trabajos, objetos, propuestas que sobre todo son bellas; cuya admiración y esplendor resultante es excelsior. Si bien ya no desde el superado sentido y obligatoriedad premoderna, en búsqueda de una estética (manierista) que termina siendo edulcorada; si en la transustanciación combinatoria e interdisciplinar tácita que propone la propia naturaleza o en el sentido científico más actual, desde la física de partículas o cierta teoría de vanguardia al hablar de un Universo Elegante cuando expresa: los sistemas, las cosas y su verdad subyacente deben ser funcionales, sencillas, armónicas, abocadas a la menor energía posible, pero sobre todo deben ser Elegantes. Expresión de una belleza conjuntiva y un sistema empático (conocido o no). Modo de Ser en el Todo.

Sus pinturas son personales en el sentido de autorreveladoras o programáticas. Son presencias… Superficies que reflejan las ideas y deseos que se proyectan sobre las mismas. En cierto sentido son pinturas conceptuales, que incitan tanto a pensar sobre ellas, como en el modo de ser miradas. A veces una revolución es sólo una cuestión de perspectiva alterada, de cambio de posición. Transformando el acto de pintar en un orden, un nomos, una ley, una especie… una ciencia de la clasificación. Una unidad sistemática del ver, nombrar las cosas… objeto, pertenencia, y su relectura, en la deconstrucción de perspectivas y apreciación.

Vocación a la que Raúl apela inecuanum. No sólo poderosamente desde la forma, sinó también desde el contenido; vasos comunicantes de una sola, la misma voz.

Barcelona 2006

 

 

 

 



(Improvisation zur Ausstellung Zeichen und Spuren des mexikanischen Künstlers Raúl)

Wir machen uns Bilder der Tatsachen (...) Das logische Bild der Tatsachen ist der Gedanke.
Ludwig Wittgenstein. Tractatus Logico-Philosophicus.

Zur Einführung in die Ausstellung Zeichen und Spuren des mexikanischen Künstlers Raúl möchte ich eine subjektive, aber effiziente Methode vorschlagen, die Form als Kenntnis des physischen, emotionalen oder unbewussten Lebens zu behandeln, wo ein Pinselstrich, ein Dialog, Sichtweise und Sprache zwei Räume ein und derselben Wahrheit sind. Es sind Zeichen und Spuren, die etwas hinterlassen, die uns formen, prägen, um über uns, in uns, aus uns heraus und für uns die Welt zu durchdringen.
Folgen wir diesem Ansatz, können wir sowohl das Werk als auch seinen Künstler definieren als freie Subjekte mit einer ihnen innewohnenden Wahrheit, einer Wahrheit, die aber in ihrem Inneren schwankt. Es ist wichtig hervorzuheben, dass wir hier nicht von einem ungefestigten Subjekt der Psychologen oder Surrealisten sprechen, auch nicht vom rein intellektuellen Individuum der Philosophen und Physiologen noch gar vom kartesischen Rationalisten der Moderne oder dem ethnischen Wesen der Rassen-, Vererbungs- und Unsterblichkeitstheoretiker. Nein, wir meinen vielmehr das von Lacan wiederentdeckte, sprechende Wesen, das, auf der Suche nach dem (Un-)Sinn des Lebens, die Fähigkeit besitzt, die Bedeutung seiner Träume, seiner Sinneswahrnehmungen, seiner eigenen Gedankengänge zu analysieren. Diesem Individuum (wie auch seinem Werk) sind nicht nur vonseiten einer Kreativität Grenzen gesetzt, die in Wirklichkeit Ausdruck einer physiologischen, chemischen oder biologischen Determination sind, sondern auch durch ein Unbewusstsein, das den Künstler in seiner Einzigartigkeit in den Bann zieht, sich perpetuiert und so immer neue Ausdrucksformen hervorbringt.

Zeichen und Spuren können erst einmal als großes Mosaik verstanden werden (kleine Retabeln, deren Kraft auch aus der Beharrlichkeit, der Reproduktion und der fortlaufenden Wiederholung resultiert, einer gewissen Ironie des Exzesses), das ein zeitloses Mysterium in sich birgt und sich zwei Themen nähert, deren Brisanz unsere Zivilisation seit geraumer Zeit beschäftigt. Erstens sind da die Fährte, der Weg, das Nomadentum, die Wanderung und ihre kryptographische Methode, also die Hermeneutik, das System von Zeichen und protokultureller Symbolik, die diese Richtung kennzeichnen – denn am Anfang war das Verb, sozusagen das Tun, die Bewegung, der Schritt nach vorn (gleichsam, auf anderer Ebene, das Wort, die göttliche Resonanz, kongeniale Prozesse, später verstanden als Harmonie der Sphären). Erst dann kam, dem Erkenntnistheoretiker Gaston Bachelard zufolge, das Sein, als Folge, ja als Krankheit des Verbs. Zweitens ist da das enorme Ausmaß unserer Existenz, aber nicht nur aus zeitlicher Perspektive (Übereinkunft, Abstraktion), sondern auch aus der Sicht des Individuums selbst, als existenzielle Verwandlung – der alles sprengende Höhe-punkt, an dem Vergangenheit und Zukunft im ewigen Jetzt zusammenlaufen und das die Frage nach Lebensweg, Wahrheit, Bewusstsein und Technologie aufwirft. Und vielleicht werden die Bar-codes zu subtilen symbolischen Anspielungen, die weder visuell noch wörtlich assoziierbar und inhaltsleer sind: das on-off des Arte-fakts ist nun nicht länger in-output, sondern eine quer verlaufende Übung, die in der Übertragung von Joseph Kosuth Kunst als Idee als Idee bezeichnet wird; oder eine angewandte Taxonomie des Symbolischen. Raúl zeigt uns andere Formen von (Trans)Moder-nität, die zwischen Vergangenheit und Zukunft nicht unterscheiden, in anderen Worten: eine anachronistische, transzendente Dimension der Sprache, wenn man einmal von den Umständen, die sie subjektivieren, absieht. Man könnte sagen, diese Zeichen entstammen nicht nur verschiedenen Zeiten oder zumindest sind sie viel mehr als das. Und ihre Spuren bedeuten für sie das Ergebnis oder die Loslösung von etablierten Kanons, von Kunst, Literatur und dem hierarchischen Kult einer Meta-Realität. Sie sind, vereinfachter ausgedrückt, eine Flucht, ein sich Hin-schlängeln zum unvermeidlichen mythologischen Hang unserer Erinnerung, sobald sie ein-mal ihren Platz in der „Geschichte“ gefunden haben. Unsere Geschichte bestand immer schon aus der Geschichte der Zeichen oder aus den Zeichen der Geschichte. Aber die Erinnerung an jeden einzelnen Augen-blick hält mehr zurück, als sie preisgibt, viel mehr als die Bedeutungen, die wir ihr zuweisen, und beherbergt unendlich mehr, als wir zu fassen imstande sind. Es ist vorstellbar, dass Raúl versucht, uns eine gewisse Autonomie der Realität zu offenbaren, – weit entfernt von den Visionen und Vor-stellungen, die wir auswählen – um sie zu (be)greifen, sie kennen zu lernen, sie zu sein.

Vor einiger Zeit habe ich im Rahmen des Konzepts Post-Human (ein Essay über unser nächstes gemeinsames Ausstellungsprojekt) einen Forschungsansatz skizziert, der das oben Dargelegte unter-sucht: eine Szenerie, die die Verderbtheit des Denkens und/oder dessen morphologische Notwendigkeit akzeptiert, eines Denkens, das nicht die wahre Natur der Dinge einfängt, sondern das Objekt selbst; das beim Betrachten integriert, akzeptiert, seine eigenen Grenzen zieht und sogar das Klimax, das Übermaß, den Gipfel und den Exzess versucht und seine strategische Sättigung heraufbeschwört. Raúl erfindet eine andere Tradition, in der das Instrument sich hin zu einer komplementären Fiktion (einer anderen/alltagstauglichen Mythologie vielleicht) der Erinnerung bewegt: zu einer Erinnerung der Zukunft, einer fernen Zukunft oder einer vergangenen Zukunft. In der Textur seines Werkes wird die Computermaus, in voller Geistesgegenwart, unter präkolumbischen Piktogrammen versteckt, (eine klassische Assoziation des Konzepts der Verankerung des instrumentalisierten Denkens). Der kartesische Strukturalismus der Technologie wird neu gezeichnet, ohne dabei einen Sinn zu ergeben, abgesehen von der Linie, die ihn andeutet, sodass sich darin seine ästhetische Wahrheit, seine Überflüssigkeit oder seine Absurdität manifestiert. Eine Neuerfindung von Bedeutungen. Eine wirksame Quelle, aus der der Künstler seine Inspiration schöpft. Heureka! Um weder diese Dimension seines Werks noch ihre formale Umsetzung aus den Augen zu verlieren. Dar-über hinaus ist er der Schöpfer von Werken, die wunderbar sind. Das ist aber in unserer Zeit nicht ganz einfach zu erreichen, (wenn erst einmal die eigene Vorstellung des Schönen oder die Kunst im Gegensatz zur Ästhetik überwunden ist, wie es der katalanische Künstler Antoni Tàpies in seinem Essay “El Arte contra la Estética“ beschrieben hat). Das heißt: ein Werk, das über das kraftvolle konzeptuelle und philosophische Manifest, das aus der Forschung oder den ideologischen Vorarbeiten in der Konkretisierung der Analogien und der Zeichen während des Schöpfungsprozesses selbst hervorgeht, hinausgeht und zu formalen Schlüssen, Arbeiten, Objekten und Konzepten gelangt, die vor allem anderen schön sind, die in Staunen versetzen und deren Pracht eine Erhabenheit ausstrahlt. Doch sie sind nicht schön im überholten, strengen, vormodernen Sinne, nicht auf der Suche nach einer manieristischen Ästhetik, deren Bestreben einzig darin endet, zu gefallen. Sondern sie sind schön in ihrer stillschweigenden, kombinatorischen und interdisziplinären Verwandlung, wie sie die Natur selbst vorschlägt. Sie sind schön im modernsten wissenschaftlichen Sinne, wie es sich in der Teilchenphysik ausdrückt oder einer gewissen avantgardistischen Theorie vom Eleganten Universum,1 nach der die Systeme, die Dinge und die ihnen zugrunde liegenden Wahrheiten funktional, einfach und harmonisch sein sollen, darauf bedacht, dabei so wenig Energie wie möglich freizusetzen, die aber vor allem eines sein sollen: Elegant. Ein Ausdruck einer gesamtheitlichen Schönheit und eines empathischen Systems (ob nun bekannt oder nicht). Die Art und Weise des Seins im Ganzen.

Raúls Bilder sind Offenbarungen seiner selbst oder programmatisch und in diesem Sinne persönlich. Sie besitzen eine Präsenz. und sind Flächen, welche die in sie hineinprojizierten Vorstellungen und Wünsche widerspiegeln. In gewisser Hinsicht sind es konzeptuelle Bilder, die uns nicht nur veranlassen, über sie nachzudenken, sondern auch Einfluss auf unsere Betrachtungsweise nehmen. Manchmal ist eine Revolution nur eine Frage der veränderten Perspektive, des neuen Standpunkts. Sie verwandelt den Akt des Malens in eine Ordnung, ein Nomos, ein Gesetz, eine Spezies, eine Wissenschaft der Klassifikation. In eine systematische Einheit des Sehens, der Nomenklatur, des Objekts, der Zugehörigkeit und ihre neue Auslegung innerhalb der Dekonstruktion von Perspektiven und Beurteilungen. Eine Vokation, der Raúl sine qua non folgt. Mächtig nicht nur in der Form, sondern auch im Inhalt; es sind kommunizierende Gefäße mit nur einer, derselben Stimme.

Adrián Morales Rodriguez.
(Kurator)

1 Brian Greene. El Universo Elegante (Das Elegante Universum) Edición Crítica. Planeta, 2005.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


By Erin Cassin © 2006

For artist Raúl López García, it is the language of his subconscious that manifests itself in his paintings.

"Some years ago, I realized that I wasn't inventing anything, but that I was simply transporting my own experiences to a canvas," says Raúl, who uses just his first name in connection with his artistic endeavors. "I was transcribing it in a language that I know, in a language that I like," he notes, referring to the language of art.

This artistic language is something that has long been a part of Raúl's means of expression, long before he realized what painting means to him as a form of communication. He started his artistic education at the age of 16, choosing to study at Academia Bernal in his birthplace of Mexico City. Here, he focused on commercial design and illustration.

"What I learned in those days was something very artisanal," says Raúl. "I have seen the new generations that make a living at designing… many times, they don't have a single pencil on their desk. My education was totally different - everything was fortunately still classical training."

It was during these first years of schooling that Raúl first realized that commercial art restricts an artist's ability to freely communicate. "I was facing many limitations on what was freedom of expression," he comments, explaining that the world of publicity is one in which everything is manipulated. "Imagine that you're about to compose a design (and) you're thinking about how you're going to affect people's subconscious to motivate them to buy a product that you yourself find a little dubious. That creates a conflict in you."

Raúl believes that this clash between the manipulative world of marketing and his own desire to express himself freely was what pushed him in other directions away from commercial design &endash; directions that eventually led him to painting. Despite his conflict with commercial art, however, it has long been a presence in his life and currently allows him to pursue his fine art projects.

"This whole world that is drawing, design, graphics, publicity or illustration, etc. &endash; it has always accompanied me. However, it's now in a manner that is more selective," Raúl says. "In my work, I have fortunately had the opportunity to choose."

Raúl considers the first half of his career, which was more focused on commercial art, as training for his work as a painter. "Presently, I am 45 years old and I can tell you that during that first phase between 16 and 30 years old, I experienced many things.

But they were simply leading me to a path on which I was able to finally start at the age of 30."

That path is one that Raúl began when he commenced his studies at the Freie Kunstschule Stuttgart art school in Germany in 1991. He has been living in Europe ever since, first in Germany, then France and now Spain. Here, he continues on the same path he started 15 years ago, one in which commercial art has been relegated to a secondary role. It now acts as a means of support that allows Raúl to seriously dedicate himself to fine arts and more specifically, painting.

It is through his painting that Raúl has finally found the freedom of expression that he so avidly craved while a young student in Mexico City. And this expression that has manifested itself in his painting has given him the means to explore his inner self.

As Raúl explains, "In all the fine arts, it is an approximation of your person, of coming closer to being able to reveal yourself little by little. I believe that art has liberated me in many aspects. And I have been able to find myself."

Raúl allows his subconscious to take center stage in his paintings, by allowing the artistic process to flow in an emotional and unplanned manner. "When reason has a force that predominates, each line and each brushstroke is calculated," he says. "I have discovered that other part, which I allow to live more each time. And that part is the emotional one, which surprises me because I realize that all of those experiences and impressions that I have had… are present (in my artwork). I believe that my subconscious speaks for me and it expresses itself in a very spontaneous manner."

Thus, the canvas becomes an outlet for Raúl to communicate his most hidden thoughts and long-ago memories. "During the work process, ideas come up from my subconscious in such a spontaneous way that it makes me very happy to know that my life as an artist and my private life go hand in hand."

And while Raúl's paintings speak to the artist on a very personal level, their language finds new meaning with each new viewer. Instead of restricting interpretations by explaining what each piece of work signifies for him, Raúl lets his work speak for itself. Thus, the viewer interacts directly with the paintings and deciphers them in his own manner.

"It makes me happy to know that there are many interpretations. Each interpretation that I listen to is like a new song, like a new painting," Raúl notes, explaining that if he were to define each painting for the viewers than they would be looking at his definition and not the painting itself. He finds joy in the thought that his paintings have the ability to speak of so many more things than he initially saw in them. "I believe that the value is when those million people have a million meanings (for my art)."

These themes of interpretation and communication continue to play an integral role in Raúl's artwork, as evidenced by two of his latest projects that explore written languages.

According to Raúl, his collection entitled R-Books is dedicated to literature. "I integrated writing, graffiti, poetry and philosophical thoughts… and this helped me a little as a form of inspiration," he says of the mixed-media pieces that measure 20 x 20 x 4 centimeters each. As Raúl explains, the different thoughts and words that he chose to incorporate into each particular mixed-media piece then became the theme for that work of art.

The pieces are composed of small book sculptures that have been mounted on painted canvases containing words once uttered by the likes of famous writers and philosophers such as Oscar Wilde and Friedrich Nietzsche. Raúl describes his pieces as a fusion between literature and art objects, explaining that they have provided him "new ways to discover in what manner I could bring word to painting."

Raúl has already completed more than 100 pieces for the R-Books collection, which is an ongoing project for him. "I'm still working on this concept, and I'll keep working on it as long as the project itself tells me when I have to finish," notes Raúl. "Ideas, concepts, needs, dreams go away and come back over and over, sometimes as a mixture, or simply refined, filtered, transformed in other impulses. So far I've been discovering thousands of possibilities through the R-Books and I've been enjoying it quite a lot."

It is his work on the R-Books collection that gave Raúl the inspiration for his newest project, which is currently in the formative stages. He says that while creating the R-Books pieces, he realized the power that is inherent in the written word. And while reflecting upon this idea, he began to think about how becoming literate means leaving our own personal interpretations of letters behind.

"In our lives, we have been taught to read, but only to read literally," Raúl says. "What happens to the image? The image starts to become lost." As Raúl further explains, once we learn to read, we no longer assign our own significance to the letters that comprise each word, but instead associate them with a learned meaning. And in that way, a literate person loses the ability to interpret each letter in his own way. "It is truly a shame that they take away that language from us, that they take away that small freedom which we have," Raúl laments. "Now, everything is conditioned. You start interpreting things like everyone else."

With his new project, Raúl wants to give viewers the chance to reach back to those moments when they analyzed visual communications through their own personal lens. He said he wants to give himself and his viewers "the opportunity to read for ourselves."

It seems that interpretation and communication are common threads interwoven throughout all of Raúl's work, whether his subject is the written word or architecture (one of his favorite themes) or the human form, like his Eternidad Humana (Human Eternity) project.

Raúl is currently working on the three-part Eternidad Humana collection, with hopes to complete it by the end of 2007. When finished, the collection will be comprised of 36 mixed-media and acrylic paintings measuring two meters by 70 centimeters each. The first phase will feature an archaic representation of humanity, the second phase will examine human history over the past 2000 years, and the third phase will provide viewers a glimpse into humankind's future as imagined by Raúl.

No matter the theme of his artwork, however, it is each viewer's interpretation that interests Raúl the most. "When (viewers) read my work in a million different ways, I learn from all of those interpretations and readings. The art itself then becomes interactive and it creates a bridge, a thread that connects all of us. In the end, that is the most important thing because communicating with someone means creating that thread."

Mexconnect
April 2006


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Paul Kroker

"El que algo sea o no arte se decide por acuerdo", escribe Stephan Wackwitz en el Merkur, incluso por un acuerdo mágico, aunque él no esté queriendo decir en absoluto con eso que esto suceda de una forma tan democrática como querían sugerir hace varios años representantes del arte abierto. Sin embargo en el fondo permanece ese Rendevouz mágico, misterioso, entre los artistas y su público, tanto el público observador atento como el ciego y devoto mirón.

En la Stazione Centrale de Milán me encuentro con el pintor mexicano Raúl y su esposa Anita, la filóloga. Él acaba de desmontar su primera exposición en esta ciudad, la cual duró dos meses y se encuentra camino a casa, hacia Alemania. Ahí vive desde hace más de diez años este ciudadano del mundo, bien arriba, en el norte hamburgués. -Pero tal vez pronto sea París. Raúl ama su vida en el extranjero, en donde primero tuvo que afirmarse como diseñador gráfico, para poder ahora dedicarse casi por completo al arte. De ningún modo teme su estatus de extranjero, no le es ninguna carga, lo aprecia abiertamente como un privilegio, un romántico de hecho, que sabe que a donde quiera que la vida lo lleve, él siempre se sentirá en casa consigo mismo, en el hogar de lo diferente, en la diversidad de su identidad cultural como mexicano.

Su curiosidad instintiva lo impulsa hacia el mundo en busca de formas de vida desconocidas y simultáneamente lo atrae hacia el lienzo, el cual le ofrece protección ante decepciones, daños, sufrimientos y al mismo tiempo en su confrontación creativa como refugio de todas las alegrías y torturas. El lienzo se convierte para él, como él mismo dice, en una "ventana abierta", creando a la vez cercanía y distancia, para así desarrollar artisticamente su interés por los individuos y su "fascinante obra colectiva: la ciudad". Este es su tema, el motivo fundamental del hombre metropolitano Raúl: el individuo en su habitat de las metrópolis de este planeta.

Un artista explícitamente urbano, como muchos de su generación de treinta o cuarenta años en Berlín, Londres o Nueva York. Aunque no se puede negar en sus obras la influencia de grandes artistas como Dubuffet, Basquiat o Haring - en donde encontramos huellas de creatividad espontánea y art brut - Raúl no cultiva un grafismo banal y mucho menos una estética de fealdad. Con toda la sencillez de su trazo, es un narrador sumamente hábil que concientemente hace alternar la legibilidad de su contenido y la reducción de sus imagenes contraponiendolo con una riqueza de color de un Hundertwasser, así como por su figuración que no raramente desvanece la frontera de la abstracción. Creando así espacio en sus cuadros y mezclando continuamente corrientes estilísticas. Frente a este artista las definiciones simples se revelan fútiles, mas lo caracteristico de él, es su siempre reconocible estilo.

Expresionista, como se revela ya en sus títulos Síndrome de persecución y Represión (1999), disuelve en gran medida el dibujo en material y color o lo esquematiza de manera extrema. La reducción a motivos simples mediante figuras y dibujos descomunales, mismas que desbordan el marco como en el caso de La Modelo (1997); Sashimi with Rice (1998) o Adán y Eva (2000), pero sobre todo en los retratos colectivos como Dancers, Marimberos (1996) y Quinteto (1999) - obra que nos remite a Jazz Band de Dubuffet (1944) - y los paisajes urbanos como Madrid (1995) y Speicherstadt (1999) dejan más y más campo libre para composiciones ya claramente abstractas como Kehrwoche (1994), Deutsche Handwerker (1996) y Tokio-Harajuku (1998), las cuales nos cautivan por su atractivo cromático.

La historia, asi como la crítica literaria y artística carecen tal vez de un sentido objetivo narrandonos sobre todo "la historia de una solidaridad" (Stephan Wackwitz). Sin duda de esto se trata, cuando las fuerzas del poder y del mercado lo permitan y los grandes criticos puedan hacer oir su voz. Sin embargo en este punto el arte joven sólo puede comenzar como una pequeña minoría radical. Generalmente luchando con fuerza y con sus propios medios por el derecho a sobrevivir.

Apoyar en esto a un artista como Raúl es para mi una necesidad, así como un placer.

Milán, marzo de 2000

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Eduardo Arboleda Ballén

Figura, naturaleza y Dios han sido los tres puntuales que durante siglos han configurado en el arte el análisis del mundo. La complejidad social, la aparición de nuevos sistemas de pensamiento de rápida implantación han añadido al artista cierta dificultad para estructurar un discurso que exprese su propia visión del mundo. Mundo como el de Raúl López García (www.artraul.de).

Una de las enseñanzas de la pintura moderna es la de que aprendes a dominar la mirada, de tal modo que ves arte donde quiera que éste esté. El arte no es más que formas y luces, y esa luz también está hasta en el basurero humano. Y no estoy hablando del hecho literario de que las mejores flores salen del basurero, sino de que la basura humana en sí misma tiene unos destellos increíbles, y no sólo es la formalidad de la basura y sus luces, sino el componente de la basura: la pasión acumulada en esos desechos.

Raúl es un portavoz de lo que se hace visible, porque eso es lo real y lo demás no existe. Ha desarrollado una capacidad para lo concreto, y unas antenas increíbles para sintonizar y comprometerse con lo despreciado y amenazado, con lo soterrado y apartado.

Utiliza comúnmente unos modales próximos a la narratividad pictórica, pero estos quedan interceptados de continuo por la poderosa inclinación a hacer de ese acto de lenguaje una excluyente norma estética. Las presuntas conexiones realistas se neutralizan entonces gracias a la gestión correctiva del irracionalismo. Elabora su obra que trasciende la realidad a partir de la propia realidad. Lo que en su muestra en Internet organiza, es a partir de su propio riesgo, nada más opuesto a su sistema expresivo que explica lo obvio.

No le interesa tanto lo que vemos, sino lo que pensamos que vemos, de qué manera sentimos que pensamos que vemos.

Arte y Creatividad.com
Marzo 2001


 

 

 

 

 

 

 

Por José Luis Meza Inda

Se presenta por vez primera en esta ciudad, en una de las salas del Centro Cultural Casa Vallarta, el pintor, grabador, dibujante y diseñador capitalino, Raúl, respaldado por un currículo largo como un tren, de estudios de estancias, experiencias y exposiciones en diferentes ciudades del mundo, y con una sólida propuesta plástica trabajada al acrílico y bifurcada en dos vertientes temáticas bien definidas: el paisaje urbano y la figura humana.

Estos asuntos han sido reducidos a apariencias muy esquemáticas que nada tiene que ver con las representaciones estereotipadas de la realidad tradicional, sino que cada obra constituye una búsqueda de nuevas vetas expresivas, de fantasiosas invenciones, de apretadas síntesis formales despojadas de toda adherencia naturalista. Son, lo reitero, sus pinturas al acrílico meras alusiones a la realidad, en particular a las figuras humanas masculinas y femeninas, que en las telas son presentadas como escuetas presencias fantasmales, marionetas transfiguradas, cuerpos descarnados de una brutalidad refinada o como módulos reiterables e intercambiables que no ilustran situaciones, sino que tratan de poner de relieve emociones, expresar aflicciones existenciales, drámaticas sensaciones o percepciones de ese mono desnudo e inerme que es el ser humano, enfrentado a agobiantes atmósferas, encarcelado en cerradas ergástulas o perdido en compactos laberintos urbanos.

Estos sentimientos que proyectan sus figuras, están por otra parte, claramente diferenciados por un colorido elemental, sombrío y agrio, el cual se aclara y toma acentos más vivos en el caso de las apretadas y angustiantes escenas urbanas; pero tanto en aquéllas como en éstas, el pintor ha acentuado la presencia y las posibilidades emotivas de sus obras, poniendo de manifiesto su destreza técnica, su imaginación y su sensibilidad para el manejo de la materia misma, que es el cuerpo de la pintura, a través de relevantes, sugerentes y agresivas texturas.

No cabe duda pues, ya que se trata de un joven talentoso, bien preparado y sensible, que frente a Raúl, se abre un horizonte estético muy amplio en el cual quizás llegue a figurar algún día como un importante creador.

Suplemento del periódico El Informador - »Tapatío Cultural«
Guadalajara, Jal. Domingo 3 de Junio de 2001 (pag. 11)

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por José Sosa

Mexico D.F. - Stuttgart - París - Barcelona

Así de distendido es el camino recorrido por el artista Raúl López García. Su plástica se nutre más del movimiento empírico que de la tradicional academia.

Se encuentran en sus obras, elementos tan disímiles como el muralismo mexicano hasta el expresionismo alemán.Se advierte en sus obras una influencia post-moderna, tanto en sus formas como en su estructura conceptual. Un manto filosófico envuelve toda su narrativa plástica.

Hay un razonamiento, una verdad tangible e intangible en cada uno de sus cuadros. Cada elemento, textura y color, tienen una razón de ser y de estar presentes en un lugar específico de su creación.

No hay coincidencias en el trabajo de Raúl. Cada detalle posee una esencia intrínseca y necesaria. Es por eso que podemos ver que éste no es un artista de una sóla obra. Al repasar todo su cuerpo de trabajo a través del tiempo, observamos que la genialidad, originalidad y sentido estético suprarrealista, se suceden una y otra vez, sin perder nunca el sentido urgente de " Seize the day ".

Podemos inequívocamente reconocer su lenguaje plástico, pero nunca veremos en sus lienzos apatía hacia el reto de la variación conceptual y orgánica de su interpretación personal de la realidad del " hoy ", del que constantemente nos habla.

Podemos ver la sencillez con que este artista logra establecer de forma inadvertida, un diálogo íntimo entre su obra y los espectadores haciéndolos parte y co-autores de éstas.

San Juan, Puerto Rico 2003